Antonio
Ruiz de Azúa Mercadal
Revue L’ostéo4pattes. Ed. Vetosteo.
N°16. Mars 2010. France.
“Cualquier cosa es un camino entre
cantidades de caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es
sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo
ninguna condición. Para tener esa claridad debes llevar una vida disciplinada.
Sólo entonces sabrás que un camino es nada más que un camino, y no hay afrenta
ni para ti ni para los otros en dejarlo, si eso es lo que tu corazón te dice.
Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo
y de ambición. Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo
tantas veces como consideres necesario. Luego hazte a ti mismo, y a ti solo,
una pregunta. Es una pregunta que sólo se hace un hombre muy viejo. Mi
benefactor me habló de ella una vez cuando yo era joven, y mi sangre era
demasiado vigorosa para que yo la entendiera. Ahora sí la entiendo. Te diré
cuál es: ¿tiene corazón este camino? Todos los caminos son lo mismo; no llevan
a ninguna parte. Son caminos que van por el matorral. Puedo decir que en mi
propia vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna
parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi benefactor. ¿Tiene corazón este
camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero
uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas,
eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro
te debilita.”
Castaneda (1)
A mediados de los años 90 corría entre los
osteópatas españoles una leyenda urbana sobre la existencia en Israel de un
misterioso osteópata llamado Alain Abehsera. Según esta leyenda, Abehsera había
desarrollado una nueva visión de la osteopatía en la que se trascendía el hecho
de tocar al paciente. En aquella época esta noticia despertó en muchos
osteópatas, entre los cuales me encontraba, el deseo de conocer algún día a tan
misterioso personaje y sus nuevas propuestas.
Abehsera ha sido un personaje clave en la
construcción de puentes entre la osteopatía americana y la europea. En 1972 fue
cofundador, profesor y alumno de la escuela de osteopatía ESO-Maidstone en
donde se graduó en 1975 con el diploma nº 1 de dicha escuela. Posteriormente,
en 1985, también se graduó en Medicina en París.
Una de las primeras metas que se propuso alcanzar al
finalizar sus estudios de osteopatía fue viajar a los Estados Unidos de América
para entrevistarse con los autores de los Yearbooks de la Asociación Americana
de Osteopatía. Algunos de ellos conocieron a Still y a Sutherland por lo que,
debido a su avanzada edad, ese viaje no podía demorarse.
"Yo quería conocer a todo aquellos
que me habían hecho soñar. Y sobre todo tocar o ver a los que habían conocido a
Still. Esto era prioritario ya que se estaban muriendo y tenía necesidad de
tocar la Tradición para recibirla y transmitirla." Abehsera (3)
Como
un moderno peregrino de los caminos de la osteopatía, Abehsera realizó entre
1975 y 1976 varios viajes al interior de Estados Unidos para entrevistarse con
Perrin T. Wilson, Howard y Rebeca Lippincott, Beryl Arbuckle, William Johnston,
Rollin Becker, Viola Frymann, John Upledger, Irvin Korr, Mitchell Jr., Laurence
H. Jones, etc.
Estados Unidos es un país joven
que carece de rutas iniciáticas como el camino de Santiago o el de La Meca. En
su lugar los norteamericanos han creado
otras vías de peregrinación más acordes con sus valores y estilo de
vida. La más famosa de ellas es la “Ruta 66”, también llamada “la calle
principal de América” o "Mother Road". La “Ruta 66” se construyó en
los años 30 del pasado siglo para unir las costas este y oeste de los Estados
Unidos, atravesando el territorio en donde nació la osteopatía. Actualmente
recorrer esta ruta, sobre todo si se hace sobre una Harley Davidson o en un
Corvette, se ha convertido en un recorrido iniciático en donde las ermitas,
catedrales y albergues de peregrinos han sido sustituidos por antiguas
gasolineras, viejos cafés y moteles de carretera igualmente emblemáticos.
Gracias a sus entrevistas con los autores de los
Yearbooks, Abehsera conoció de primera mano el genuino espíritu de los pioneros
de la osteopatía, conocimiento que se propuso compartir con sus compañeros
europeos. A partir de aquel momento, y gracias a su mediación, algunos de los
más importantes osteópatas americanos del momento como Upledger, Jones,
Mitchell y Korr empezaron a cruzar el Atlántico para impartir sus enseñanzas en
Europa.
Finalmente, en el solsticio de verano de
2009, y gracias a Pau Dalmau y a sus
compañeros de la Fundació Escola d´Osteopatia de Barcelona, mi deseo de conocer
a Alain Abehsera se vió cumplido.
Abehsera inició el curso afirmando que había venido a
Barcelona para mostrarnos el punto en el camino de la osteopatía donde
actualmente se encontraba. Partió de Francia hacia Inglaterra para estudiar
allí osteopatía, continuando su andadura por diversos países de Europa, Estados
Unidos e Israel, regresando finalmente a Francia. Y fue en Francia, durante una
grave enfermedad, cuando Abehsera finalmente se <<transformó>> en
un auténtico osteópata, es decir, en un enfermo de los huesos. ¿Podría ser de
otra forma? ¿Puede tener empatía con el enfermo y aliviar su sufrimiento quien
nunca ha estado enfermo? ¿Puede conocer la profundidad de la osteopatía quien
previamente no se ha <<transformado>> en un osteópata?
No basta poseer un extenso conocimiento teórico y
práctico del arte de la osteopatía para considerarse osteópata. Nuestra
capacidad intelectual y técnica puede conducirnos a ser <<doctos>>
y experimentados osteópatas, pero para alcanzar un saber más allá de la razón y
llegar a <<transformarse>> en osteópatas se precisa pasar por la
vivencia. La mitología griega cuenta que el centauro Quirón padecía terribles
dolores a causa de una herida incurable de flecha. Quirón era el hijo de un
dios, y por tanto un ser inmortal, condenado a sufrir eternamente. No
resignándose ante su enfermedad, emprendió la búsqueda de un tratamiento para
su herida, descubriendo así los secretos del arte de la medicina, que
transmitió a su discípulo Esculapio, dios de la medicina.
Así mismo, Still, desilusionado con la medicina de
su época por no ser capaz de evitar la muerte de sus hijos tras una enfermedad
infecciosa, inició la búsqueda de otras terapias, descubriendo el 22 de junio
de 1874 la osteopatía.
Finalmente, también fue su propia enfermedad la que
impulsó a Abehsera a buscar un remedio, a su curación. Había recibido
tratamientos físicos y químicos característicos de la medicina tradicional,
basada en la materia, pero no obtuvieron la respuesta esperada. Por ello tomó
la decisión de buscar por su cuenta un remedio en los campos de lo intangible,
de lo inmaterial. Además Abehsera comprendió que la solución a su enfermedad no
la encontraría en el exterior de su
“yo”, en el “otro”, sino en el interior de sí mismo. Como el personaje de la
novela “El Alquimista” de Paulo Coelho, Abehsera había realizado viajes lejos
de su hogar buscando tesoros enterrados en países lejanos para, finalmente,
descubrir que dichos tesoros se hallaban bajo el suelo de su propio hogar.
Como piadoso creyente, Still creía en la bondad de
Dios. Afirmaba que el Creador había depositado en el interior de todos los
hombres los remedios necesarios para su curación. Gracias a la osteopatía se
podían activar estos remedios, permitiendo la curación. Abehsera comprendió el
mensaje de Still y emprendió la búsqueda de un método de autocuración en el que
no fuera necesaria la ayuda externa para acceder a estos remedios.
Abehsera descubrió que muchas estructuras corporales
se presentan funcionalmente de forma dual. Por ejemplo, el hemisferio cerebral
izquierdo estaba estrechamente relacionado con el derecho, el corazón con el
hígado, etc. Las relaciones entre el corazón y el hígado seguían leyes
parecidas a las del rey y la reina en una partida de ajedrez; cuando estas
leyes se quebrantaban se producía la enfermedad. En este caso la función del
osteópata sería la de restablecer las leyes para conseguir de nuevo la armonía.
El arte de relacionar el rey y la reina, de forma parecida al proceso
alquímico, produce el rejuvenecimiento. Como afirma Abehsera “hemos de buscar
en el tratamiento la elegancia y la nobleza”.
Pero, ¿cómo se realiza un tratamiento osteopático?
Según Abehsera, antes de sanar los tejidos de sus pacientes, el osteópata debe
rejuvenecer sus tejidos corporales mediante un proceso de autocuración. Como
afirmaba Aldoux Huxley: "Existe al menos
un rincón del universo que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú
mismo." (4)
Abehsera y su colaborador, Michael, propusieron a
los asistentes del seminario un método de 15 puntos destinado a mejorar la
autoconsciencia corporal y el equilibrio interno. De forma deliberada, el orden
de ejecución de esta lista no estaba establecido, por lo que cada uno podía
realizarlo de forma caótica, sin seguir un orden. Según la “Teoría del Caos”,
los acontecimientos que siguen patrones caóticos son los más flexibles,
pudiéndose adaptar a todas las circunstancias que se presenten, ya que albergan
en su interior todas las combinaciones posibles. Por ejemplo, gracias a los
patrones caóticos ha sido posible la vida en la Tierra ya que los seres vivos muy
especializados, cuyas funciones estaban establecidas de forma rígida, no
pudieron adaptarse a los cambios de su entorno y desaparecieron. Como sucede de
forma recurrente, no sería extraño que muchos conceptos académicos, rígidos y dogmáticos de
la osteopatía actual no puedan resistir el empuje de las nuevas ideas,
aparentemente más caóticas, y sean olvidados.
Las nuevas propuestas de Abehsera despertaron entre
los asistentes al seminario opiniones encontradas. Mientras unos se mostraron
abiertos y esperanzados ante sus palabras, otros las cuestionaron. Pero nadie
quedó indiferente. La capacidad de despertar emociones y generar debates entre
sus alumnos son cualidades de los buenos maestros.
En osteopatía existen caminos que atraviesan terrenos
llanos por los cuales el caminante transita con paso rápido y ligero, mientras
que otros, más tortuosos y empinados, obligan a un paso lento y fatigoso.
"La escalera de la
osteopatía es una bella escalera. Desde su inicio no sabemos a donde nos
llevará.
Podemos empezar a recorrerla junto con otros compañeros aunque ninguno
realicemos su recorrido con el mismo paso.
Ella está allí proponiéndonos un nuevo
paso cada día sin que sepamos, a lo largo de su ascenso, cual será el siguiente
paso, su dirección y qué paisaje nos mostrará." Patrick Chêne (2)
Al finalizar sus estudios, los jóvenes osteópatas
discurren por sendas trazadas por sus profesores, pero con el tiempo irán
abandonando los caminos conocidos y seguros en busca de otros más acordes con
su personalidad. Graham Bell aconsejaba: "nunca andes por el camino trazado, pues él te conduce únicamente hacia donde los otros fueron". Muchos de ellos no abandonarán las conocidas sendas
de la ortopedia, es decir, de la materia y de la estructura. Mientras que a
otros, como Abehsera, su corazón les guiará por los desconocidos campos de lo
intangible. Ninguno de estos caminos es mejor que el otro. Ninguno de ellos
puede atribuirse el mérito de discurrir por la auténtica senda de la osteopatía
ya que, como nos recuerda Patrick Chêne, ”no existe la osteopatía,
existen los osteópatas.”
Personalmente ha sido reconfortante conocer, por fin,
a este “rejuvenecido” viajero de las rutas de la osteopatía. Un caminante que
nos anima a descubrir y recorrer nuestras propias rutas.
La osteopatía es un camino que nos hará felices si lo
recorremos con corazón... ¿con corazón
o con hígado?
NOTA
DEL AUTOR: Abehsera, como experto
cabalista, juega con las palabras francesas ”foie” (hígado) y “foi” (fe),
idénticas fonéticamente.
BIBLIOGRAFIA
BIBLIOGRAFIA
1 - Castaneda, C. Las enseñanzas de Don
Juan. Fondo de cultura económica. México. 4ª reimpresión. 1978.
2
- Chêne, P. Editorial. Revue
L´ostéo4pattes. Ed. Vetosteo. 2009; 12: 3.
3 - Ducoux, B. Yearbook
story. Entretien avec Alain Abraham Abehsera, DO. MD. Académie d´Ostéopathie de France. AposStill. 2002;
11-12: 56-66.
4
- Huxley, A. Las puertas de la percepción. Edhasa. Barcelona. 1992.
Apreciado A R de A.: agradezco tu generosidad al compartir tus hallazgos con todos nosotros. Ahora , volviendo a leer tus planteamientos sobre la “Ruta…” encuentro aspectos enriquecedores que amplían el sentido de mi propia conciencia corporal. Un lujo exquisito que nos ayudan a la “transformación”
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